“Hay mucha gente que se siente sola. Si te pasa y no sabes qué hacer…acude a la asociación vecinal de tu barrio. #NadieEnSoledad”. Con esta leyenda impresa en carteles y postales creados para la ocasión, la FRAVM ha iniciado en junio una campaña contra uno de los males más preocupantes de nuestro tiempo, la soledad no deseada.
Uno de los carteles de la campaña Nadie en soledad
En 2011, la Asamblea General de Naciones Unidas designó el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, y desde entonces utiliza esa fecha para sensibilizar contra un problema de máxima relevancia en sociedades tan envejecidas como la nuestra. No en vano, según datos del Ayuntamiento de Madrid de enero de 2021, el 20% de la población de la capital, 663.394 personas, tiene más de 65 años. De ellas, 1 de cada 4 vive sola.
En todo caso, la soledad no deseada, aunque es mucho más visible en la población mayor, especialmente en las mujeres y en los sectores más desfavorecidos, es un problema que afecta a todas las franjas de edad, y de manera cada vez más intensa a los jóvenes de nuestros barrios.
El último Estudio de Salud de la Ciudad de Madrid, publicado en 2020 por Madrid Salud con datos de 2018, desvela que la soledad no deseada afecta ya al 10,2% de su población. Es decir, una de cada diez personas declaró entonces haberse sentido sola siempre, casi siempre o bastantes veces en el último año. Un sentimiento que afecta más a las mujeres (12,5%) que a los hombres (7,6%) y más a las personas de clase desfavorecida que a las de clase media o favorecida. Entre los grupos de edad, el que más manifiesta sentimientos de soledad es el de 16 a 24 años, un dato que rompe el tópico que asocia la soledad no deseada a la vejez. Así, las mujeres de entre 30 y 44 años de clase social desfavorecida son las que más padecen la soledad no deseada (19%) en nuestra capital, un problema que, como podía imaginarse, se da con mayor frecuencia entre las personas que viven solas, que no participan en actividades de su barrio ni usan sus recursos públicos.
Por ello, resulta esencial atraer a estas personas a espacios de proximidad como las asociaciones vecinales, lugares que, debido a su arraigo en el territorio, cercanía, heterogeneidad y pluralidad, aparecen como privilegiados para la activación de redes de apoyo y solidaridad entre vecinos y vecinas.
Esta campaña #NadieEnSoledad tiene principio pero no fin y busca la implicación del mayor número de colectivos vecinales.